viernes, 9 de octubre de 2009

REMEDIO SANTO


Tu risa se clavó como una espina
en medio de mi pecho desmedrado
[tu risa es sólo un dardo envenenado
que vuela con disfraz de golondrina].

Reías como fuente cantarina,
tratando de anotarte otro pecado
[tu risa es un hechizo almibarado
que lleva sobredosis de morfina].

Así es que, alucinada con tu risa,
no tuve compasión de mi camisa
manchada de dolor: la eché en el lodo.

Rasgué mi piel desnuda de malicia
y, con la misma mano que acaricia,
ahogué mi corazón... ¡espina y todo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario